En Tucumán, el Jardín de la República, la fiesta fue toda de Atlético Tucumán. Primero abrió la cuenta Juan Pablo Pereyra, tras un error defensivo de Boca, y el colombiano Escobar le puso el moño de cabeza tras una buena jugada colectiva. Boca fue una lágrima y quedó a siete del líder Central.Individualidades sueltas y con apenas destellos. Un equipo que todavía no es equipo. Un espíritu débil que hace imposible la resurrección ante el primer traspie... Cualquier parecido con la Selección, sin embargo, es pura casulidad. Esa descripción que podría caberle tranquilamente a la Nacional de Maradona en este caso también pinta de cuerpo entero a este equipo de Alfio Basile que sumó la primera derrota en el torneo y quedó a siete puntos del líder en apenas cuatro fechas.
Boca está desorientado, perdido, sin rumbo, y con una fragilidad de alma que llama la atención para un cuadro acostumbrado a las gestas heroicas. Atlético Tucumán lo complicó con su corazón y su juego atildado, aprovechó una sucesión interminable de errores de la defensa visitante para ponerse 1-0 arriba con el bombazo de Pereyra. Y, si bien pasó algún sofocón con un tiro de Riquelme, otro de Marino y un remate del Pocho en el poste, al final lo justificó y amplió la diferencia con una gran jugada colectiva que terminó en centro perfecto de Longo y cabezazo preciso del ingresado Escobar. Y chau partido...
Nada de lo que intentó el Coco dio resultado. Ni el ingreso del Pocho por Sauro, para rearmar la línea de cuatro con Medel atrás, ni el nombre por nombre de Chávez por Marino ni la apuesta a la velocidad de Noir por Viatri para intentar otra cosa. Nada de nada.
Tucumán es una fiesta. Boca, una lágrima...
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